El motivo de este interés resulta evidente, puesto que en educación es de todo punto necesario adecuar los estímulos al receptor.
Los educadores, a través de mil y una metodologías, formas, sistemas o maneras, siempre somos, al fin y al cabo, elementos estimulantes. Y el receptor, que es el propio sistema nervioso del niño y niña, varía en su misma esencia por mor de los fenómenos psíquicos, químicos y biológicos que se producen como consecuencia de la propia acción de los estímulos al incidir sobre él.
La estrecha relación entre estimulación, maduración y desarrollo queda patente desde la primera concepción del sistema.
La interacción entre el sujeto y su periambiente es tan estrecha, tan íntima, que, en sus principios, resulta francamente imposible establecer límites objetivos, precisos y claros entre ambos.
A medida que esta relación causal vaya provocando como efecto la maduración, el desarrollo y, por tanto, la identidad del sujeto, se irán clasificando paulatinamente las características que le delimitan de su medio ambiente y le confieren una realidad objetiva “per se”, pero, en ningún momento de este proceso, esta identidad será tal que pueda substituir subsistir aislada de este mundo complejo que le rodea, le empapa y le atraviesa.
El sujeto siempre lo es en razón de su medio.
– El desarrollo constituye un proceso que se produce a lo largo del tiempo y como consecuencia de la acción de un estímulo adecuado sobre un receptor idóneo.
– El tiempo es una variable que solo requiere caracteres suficientemente constantes en el manejo de grandes masas.
– Cuando se estudian grupos pequeños o incluso nos interesan fenómenos individuales, se aprecian variaciones muy importantes en el valor del tiempo.
– La influencia del proyecto genético resulta indiscutible tanto en calidad del desarrollo como en su ritmo de realización.
– La influencia del proyecto genético es también una variable interdependiente de la calidad, cantidad y adecuación de los estímulos recibidos por el receptor, pero no debemos olvidar que a su vez, los estímulos sólo pueden ser calificados en razón del estado del receptor, lo que nos lleva de nuevo al proyecto genético.
– El desarrollo, pues, debe considerarse como el resultado de una interacción absolutamente interdependiente entre el proyecto genético, la circunstancia posicional que vive en este momento el sujeto receptor y la calidad objetiva de tipo físico-químico que puede otorgarse a los estímulos.
La metodología CEMEDETE pretende que el desarrollo de cada niño y niña lo sea en función de su propia persona humana y entendiendo esta esencia como identidad, estabilidad, tolerancia y equilibrio, en sus relaciones con el medio, tanto interior como exterior.
El método CEMEDETE pretende proponer a los educadores una serie de formas de estimulación y de relación con el niño y la niña que, en cada momento, se adapten al máximo al estado madurativo del receptor con el fin de que, sea cual sea la madurez de éste, la serie de estímulos se acerque todo lo posible al punto óptimo.
Óptimo será aquella situación que más y mejor contribuya a los procesos madurativos globales de la persona.
No defendemos la velocidad de los aprendizajes, ni la cantidad o calidad de los conocimientos, como único valor a tener en cuenta en el momento de hacer balance de los resultados de una metodología educativa.
El desarrollo no debe medirse bajo el denominador común de la edad sino bajo el denominador común de la armonía.
Del libro: Niveles armónicos del desarrollo. J. Moyá Trilla y colaboradores. PAIDAC 1986.